martes, 8 de noviembre de 2011

Un debate previsible, de brocha gorda

En el día después del debate entre Rubalcaba y Rajoy, los dos aspirantes a la Moncloa -en cuyo cara a cara parecía que tenían los papeles cambiados-, es saludable y enriquecedor opinar con cierta distancia y con perspectiva sobre este cara a cara, por encima de filias y fobias y de posiciones partidistas de ambas hinchadas, cuyos argumentos pueden ser muy legítimos y muy respetables.

En primer lugar hay que felicitarse por el hecho de que se haya celebrado este debate, aunque tenía que haber habido más contraste de pareceres y de ideas. A mi juicio ha sido un debate muy previsible, como cabía esperar, de brocha gorda, habida cuenta de la gran distancia electoral que separa a ambos candidatos, según reflejan las encuestas. No es de extrañar que hubiera poco margen para la sorpresa.

El guión y la política de argumentario ha sido la que ha prevalecido, con un Rajoy leyendo prácticamente todas sus intervenciones para minimizar riesgos que hubieran sido para sus intereses electorales inútiles e innecesarios a la vista de que tenía poco que ganar. Por lo tanto, hizo su debate, en el argot futbolístico hizo su partido. Fue a buscar la igualada y disparó poco a puerta. No tuvo casi ocasiones de gol. Pero no nos engañemos: tampoco le hacía falta la victoria y está a pocos puntos del título electoral.

Enfrente estuvo un Rubalcaba con iniciativa, buscando el golpe de efecto, con dominio y con posesión de balón, volcado en el área rival, pero sin pegada y sin gol. Correoso, a veces atacando a la desesperada, bombeando balones al punto de penalti, como intentando reducir distancias en el marcador en busca del disputado voto de ese nicho electoral que se denomina de los indecisos, a quienes intentó, no sé si con éxito, agitar y espolear. El tiempo dirá si erró el tiro o acertó.

Ambos demostraron buen tono, talante discreto, corrección en las formas y la defensa numantina de unas posiciones con un fondo muy calculado desde principio a fin y con multitud de asuntos a los que no se les llegó a hincar el diente de la confrontación de pareceres. Aún así, sostengo que no tengo claro que ganara Rajoy, pero sí que no lo perdió. Pese a todo, lo mejor de este cara a cara es que hubo cara a cara, porque debate, debate, lo que se dice debate, hubo poco. No estaría de más una prórroga, un tiempo de prolongación; o sea, un segundo cara a cara.

0 comentarios:

Publicar un comentario