Los resultados de las elecciones municipales del pasado 22 de mayo tendrán, de una u otra manera, influencia en el plano orgánico municipal. O deberían tenerla. Los que han ganado lo tendrán más fácil, sobre todo porque podrán elegir si siguen manteniendo el control interno del partido a nivel local o dejan paso a nuevas caras. Los que han perdido estarán obviamente debilitados y con la mosca detrás de la oreja por si los críticos a la línea oficial, al aparato para entendernos, deciden plantear batalla y medir fuerzas. ¡Cuerpo a tierra que vienen los míos!
Ruido y murmullo al margen, no creo que por ahora se esté en una situación de afilar cuchillos ni tampoco creo que sea sensato y razonable cerrar filas por cerrar falsamente allí donde los resultados no hayan sido buenos. Aventuro que la sangre no llegará al río por una cuestión de pragmatismo. Ahora bien, debe y es exigible que haya un fuerte y profundo debate interno y autocrítica. ¡Qué menos! Es la mejor manera de hacer examen de conciencia si se quiere conectar de verdad con el electorado y si se quiere recuperar la confianza de los ciudadanos. Lo demás son poner parches y engañarse.
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