sábado, 15 de enero de 2011

A pesar de los pesares, ¡viva el periodismo! (I)

***Ahora que los periodistas celebramos nuestro patrón, San Francisco de Sales, creo que es un buen momento para publicar lo que escribí hace un año en el libro colectivo editado por la Asociación de la Prensa de Jaén***


A pesar de los pesares, ¡viva el periodismo! Hoy más que nunca, por todo lo que le llueve y por todo lo que le puede llover.

El ejercicio de la profesión periodística que hoy se desarrolla dista mucho, en algunos casos, con lo que sencillamente denominamos periodismo. Por distintos avatares, los periodistas, que no las empresas, vamos camino de una masiva proletarización, e incluso con riesgo de excluir a una parte de profesionales del sistema informativo establecido. Posiblemente por falta de estímulo, por falta de reconocimiento profesional, por sueldos, en algunos casos, indecentes o por condiciones laborales y profesionales que dejan mucho que desear, o por un conjunto de todo ello que nos pueden llevar al hastío o a doblar la rodilla.

Por muchos motivos y por variadas razones, el periodismo que se hace no tiene buena salud. Enfermó hace tiempo. Y así sigue, en mayor o menor medida, postrado en una encrucijada de dudas, de crisis, de falta de identidad, desorientado, sin rumbo y desangrándose en episodios de desprestigio que le restan credibilidad social. Y mientras, casi todos miramos para otro lado. Parece como si viviéramos de espaldas a esta realidad y cunde el ande yo caliente y ríase la gente. Lo individual frente a lo colectivo.

Como nos hemos encerrado en las redacciones y en los despachos, sólo se pisa la calle para cumplir con la agenda preestablecida, para ir a ruedas de prensa y a convocatorias muchas de ellas soporíferas, anodinas y con escasa mordiente informativa. Se cumple el expediente. Puede dar la sensación de que en algunos casos se asiste como el que va a hacer alguna gestión administrativa. La agenda ha ganado. El tema propio prácticamente ha desaparecido. Pero, que no se nos olvide, que el periodismo sigue ahí, aunque los formatos informativos sean prácticamente similares en sus contenidos, aunque se presenten en envoltorios distintos.

El periodismo, el de toda la vida, no ha muerto, nunca morirá. No soy pesimista. Sin embargo, hay que alertar de esta situación y de este preocupante “impass”, que es de sobra conocido entre los profesionales. Ya es hora de que hagamos un debate sin aspavientos y autocrítico, que sume, que enriquezca, que nos fortalezca, sin aditivos, siendo conscientes de lo que nos jugamos los que consideramos todavía este noble oficio como algo más que juntar letras, cuadrar titulares, hablar delante de un micrófono o ante una cámara de televisión.  

Los periodistas tenemos una responsabilidad social, no debemos olvidarla: informar, con todo lo que eso conlleva. A lo mejor o a lo peor estoy clamando en el desierto, pero no hay que darse por vencido. Hay que comprometerse, salir de esta incómoda comodidad, complicarse la vida para intentar mejorar, para avanzar.

Hay que mojarse. Es humano y legítimo defender a las empresas con las que tenemos una relación laboral. Pero también lo es cumplir con nuestra obligación y con el periodismo. Además de informar, tenemos que defender nuestra profesión, nadie lo va a hacer por nosotros. La situación no pinta bien. Ser periodista hoy parece como si cotizase a la baja. No me gusta, en líneas generales, este periodismo que veo, escucho y leo. Y eso, a pesar de los buenos y grandísimos profesionales que se dejan el pellejo cada día. Que los hay y que lo demuestran de manera constante y continuada. Tenemos que hacer mejor lo que sabemos hacer bien.

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