Andan estos días los prohombres del socialismo implorando que haya más de un candidato para el congreso express del próximo mes de febrero como si eso fuera la solución a todos sus problemas. Creo que se equivocan con ese tipo de mensaje; con el que cojean y con el que pretenden una vez más marear la perdiz, porque no se trata simplemente de una cuestión de que se presenten uno, dos, tres o cuatro candidatos. No es quitar a uno y poner a otro. No es eso. La militancia debería tomar nota de este estéril debate.
El debate central y sustantivo de este partido es el de hacer una verdadera actualización y modernización de su proyecto político, adaptado a los tiempos y apegado al terreno, pero de verdad, no de boquilla, porque con estas elecciones ha quedado seríamente tocado y dañado. Primero es de perogrullo que se realice autocrítica de verdad y que se evalúen los errores.
Y, por encima de todo, el debate debe estar centrado en la renovación, en las nuevas caras que ilusionen, con credibilidad y con solvencia, algo que se gana si los que taponan siempre a los que vienen pidiendo paso les dejan vía libre y dejan luego de mover los hilos por detrás en las mesas camillas. Porque así lo que pasa es que se mantienen esos pocos y el partido es el que finalmente se resiente de forma periódica. Es la vieja historia de los corchos que flotan en mitad de la tempestad y de la inmensidad del mar.
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