Así comienza el preámbulo de mi libro Las voces del Titanic, que escribí en el verano de 2009:
La crisis económica con la que nos hemos topado tiene muchos iconos, lenguajes particulares e interpretaciones varias. Con los cinco sentidos voy a glosar lo que a mí me evoca, a corazón abierto.
La crisis puede no entender de barcos. Pero los barcos sí entienden de agua. Y con ella hemos estado, a veces hasta el cuello. Unos más que otros. Algunos han pescado, incluso, en este mar de fondo tan revuelto. Metafóricamente hablando hemos estado y estamos en una situación Titánic, salvando las distancias de lo que el aforismo sentencia que son las odiosas comparaciones.
Muchos de nuestros barcos continúan todavía atracados en puerto a la espera de ser remolcados para una óptima navegación. Mantienen un preocupante compás de espera hasta tanto no pase la bravura de esta mar gruesa que fulmina los rompeolas de los sueños…
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