miércoles, 9 de febrero de 2011

Seguimos sin saber vender aceite de oliva

Aún en el siglo XXI Jaén sigue sin ser prácticamente nadie en el mundo del aceite de oliva, en su vertiente de comercialización y de venta, claro está. Duele decirlo, pero es así. Los olivareros jiennenses están a merced de otros, por acción o por omisión.

Cierto que se ha avanzado y mucho en este complejo mundo aceitero. Pero el esfuerzo, ni de lejos, ha sido suficiente. No se ha sabido o no se ha querido hincarle el diente al quid de la cuestión: ni más ni menos que a saber vender.

A precios en origen similares a un tercio de cerveza, casi medio olivar de Jaén corre el riesgo de irse al garete. A precios por debajo de los dos euros, la reconversión del olivar podría hacerla por sí sola el propio sector. Por inanición. Al tiempo.

No nos engañemos. Somos ya mayorcitos. O aquí los olivareros se rascan bien el bolsillo, o seguiremos siendo lo mismo; es decir, nadie.  

Y no quiero echar mano de la palabra famosa de la que ahora mucha gente  tira de manual para afrontar la coyuntura de crisis económica: reinventar. Todo parece que es reinventar, pero cuándo nos ponemos manos a la obra para inventar.

No sé por qué pero me da la sensación de que eso de las reinvenciones también suena a pasado o a copiar lo que hace el de al lado; en definitiva, a falta de ideas. A que todo cambie para que todo siga igual. No se trata de reinventar el aceite de oliva. Se trata de venderlo, de comercializarlo, de ponerlo en la botella y ofertarlo para que se compre a precios adecuados. Y eso se hace con DI-NE-RO y con verdadera iniciativa.

Y eso, que yo sepa, no se ha hecho a gran escala. Se produce un buen aceite, se ha mejorado su calidad y se han liderado algunas aventuras e iniciativas más o menos brillantes. Pero ya está.

No sé por qué entonces hay que reinvertar algo que todavía no se ha inventado. El prefijo re significa volver a y en la venta del aceite todavía estamos en pañales o en la primera cartilla Palau, esa en la que yo aprendí a leer y que decía a-e-i-o-u. En venta de aceite, en la provincia de Jaén vamos casi por la primera página, mientras otros tienen más de mediado el libro.

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