Aún en el siglo XXI Jaén sigue sin ser prácticamente nadie en el mundo del aceite de oliva, en su vertiente de comercialización y de venta, claro está. Duele decirlo, pero es así. Los olivareros jiennenses están a merced de otros, por acción o por omisión.
Cierto que se ha avanzado y mucho en este complejo mundo aceitero. Pero el esfuerzo, ni de lejos, ha sido suficiente. No se ha sabido o no se ha querido hincarle el diente al quid de la cuestión: ni más ni menos que a saber vender.
A precios en origen similares a un tercio de cerveza, casi medio olivar de Jaén corre el riesgo de irse al garete. A precios por debajo de los dos euros, la reconversión del olivar podría hacerla por sí sola el propio sector. Por inanición. Al tiempo.
No nos engañemos. Somos ya mayorcitos. O aquí los olivareros se rascan bien el bolsillo, o seguiremos siendo lo mismo; es decir, nadie.
Y no quiero echar mano de la palabra famosa de la que ahora mucha gente tira de manual para afrontar la coyuntura de crisis económica: reinventar. Todo parece que es reinventar, pero cuándo nos ponemos manos a la obra para inventar.
No sé por qué pero me da la sensación de que eso de las reinvenciones también suena a pasado o a copiar lo que hace el de al lado; en definitiva, a falta de ideas. A que todo cambie para que todo siga igual. No se trata de reinventar el aceite de oliva. Se trata de venderlo, de comercializarlo, de ponerlo en la botella y ofertarlo para que se compre a precios adecuados. Y eso se hace con DI-NE-RO y con verdadera iniciativa.
Y eso, que yo sepa, no se ha hecho a gran escala. Se produce un buen aceite, se ha mejorado su calidad y se han liderado algunas aventuras e iniciativas más o menos brillantes. Pero ya está.
No sé por qué entonces hay que reinvertar algo que todavía no se ha inventado. El prefijo re significa volver a y en la venta del aceite todavía estamos en pañales o en la primera cartilla Palau, esa en la que yo aprendí a leer y que decía a-e-i-o-u. En venta de aceite, en la provincia de Jaén vamos casi por la primera página, mientras otros tienen más de mediado el libro.
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